viernes, 8 de julio de 2011

Carta de Colòn Anunciando el Descubrimiento

Carta de Cristóbal Colón anunciando el descubrimiento:
Islas de Canaria, a 15 de febrero, año 1493
Señor, porque sé que habréis placer de la gran victoria que Nuestro Señor
Me ha dado en mi viaje, vos escribo ésta, por la cual sabréis como en 33
Días pasé de las islas de Canaria a las Indias con la armada que los
Ilustrísimos rey y reina nuestros señores me dieron, donde yo hallé muy
Muchas islas pobladas con gente sin número; y de ellas todas he tomado
Posesión por Sus Altezas con pregón y bandera real extendida, y no me fue
Contradicho.
A la primera que yo hallé puse nombre San Salvador [isla Watling] a
Conmemoración de Su Alta Majestad, el cual maravillosamente todo esto ha
Dado; los Indios la llaman Guanahaní; a la segunda puse nombre la isla de
Santa María de Concepción [Cayo Rum]; a la tercera Fernandina [Isla
Long]; a la cuarta la Isabela [Isla Crooked]; a la quinta la isla Juana
[Cuba], y así a cada una nombre nuevo.* Actual archipiélago de Las Bahamas.
Cuando yo llegué a la Juana, seguí yo la costa de ella al poniente, y la hallé
tan grande que pensé que sería tierra firme, la provincia de Catayo. Y como
no hallé así villas y lugares en la costa de la mar, salvo pequeñas
poblaciones, con la gente de las cuales no podía haber hablar, porque
Luego huían todos, andaba yo adelante por el dicho camino, pensando de no
Errar grandes ciudades o villas; y, al cabo de muchas leguas, visto que no
Había innovación, y que la costa me llevaba al septentrión, de adonde mi
Voluntad era contraria, porque el invierno era ya encarnado, y yo tenía
Propósito de hacer de él al austro, y también el viento me dio adelante,
Determiné de no aguardar otro tiempo, y volví atrás hasta un señalado
Puerto, de adonde envié dos hombres por la tierra, para saber si había rey
O grandes ciudades. Anduvieron tres jornadas, y hallaron infinitas
Poblaciones pequeñas y gente sin número, mas no cosa de regimiento; por
Lo cual se volvieron.
La gente de esta isla y de todas las otras que he hallado y he habido noticia,
andan todos desnudos, hombres y mujeres, así como sus madres los paren,
aunque algunas mujeres se cobijan un solo lugar con una hoja de hierba o
una cofia de algodón que para ellos hacen. Ellos no tienen hierro, ni acero,
ni armas, ni son para ello, no porque no sea gente bien dispuesta y de
hermosa estatura, salvo que son muy temeroso a maravilla. No tienen otras
armas salvo las armas de las cañas, cuando están con la simiente, a la cual
ponen al cabo un palillo agudo; y no osan usar de aquellas; que muchas
veces me ha acaecido enviar a tierra dos o tres hombres a alguna villa,
para haber habla, y salir a ellos de ellos sin número; y después que los
veían llegar huían, a no aguardar padre a hijo; y esto no porque a ninguno
se haya hecho mal, antes, a todo cabo adonde yo haya estado y podido
haber fabla, les he dado de todo lo que tenía, así paño como otras cosas
muchas, sin recibir por ello cosa alguna; mas son así temerosos sin
remedio.

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